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En España ya se habla del Mundial 2026, aunque sin levantar demasiado la mirada del presente. La Selección convive con esa sensación tan particular que dejan los partidos que no se ganan pero tampoco restan: un empate que no rompe dinámicas, un paso más en un camino que se mide en detalles. Y entre esos detalles, Dani Olmo levanta la mano para recordar que marzo es la primera frontera real. “Primero está el parón de marzo…”, dijo en los micrófonos de TVE, casi como quien coloca una señal de tráfico en mitad del calendario. La Finalissima contra Argentina no es un amistoso de escaparate: es un duelo que examina jerarquías, que obliga a competir con la verdad por delante.
RFEF
Porque si hay algo que se respira en el grupo es ambición controlada. Marcos Llorente lo explica a su manera, con ese tono de jugador que ha atravesado etapas, lesiones y roles distintos, y que ahora entiende mejor que nunca el valor del proceso: “Es muy fácil jugar aquí, rodeado de estos jugadores y con una idea tan clara. Muy contento de volver, de jugar y de hacerlo como titular. También por el objetivo, que estaba claro: clasificarnos para el Mundial. Son momentos para celebrar en lo personal, y con ganas de llegar a casa para hacerlo", afirmó el del Atlético de Madrid.
La clasificación al Mundial es un motivo de celebración, sí, pero también un recordatorio de que España necesita llegar a esa cita con un equipo pulido, maduro, con automatismos asimilados. La Finalissima, en ese contexto, aparece como un laboratorio de alto nivel: un escenario perfecto para medir ritmo, carácter y la capacidad para sostener partidos grandes ante selecciones que nunca regalan nada.
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Dani Olmo insiste en que jugar rodeado de estos compañeros es fácil, que todo se hace más natural cuando hay una idea clara detrás. Sus palabras, sin embargo, dibujan algo más profundo: un vestuario que se siente cómodo, que ha encontrado su identidad y que no tiene miedo a asumir el peso de un ciclo que apunta alto. Argentina será la primera prueba seria desde la clasificación, un choque que, aunque llegue en marzo, puede marcar sensaciones de cara a un año y medio frenético. La Selección sabe que esa cita puede acelerar conclusiones, confirmar roles y abrir debates que siempre aparecen en el fútbol de selección.