Madrid, 24 oct (EFE).- Enrique Arnaldo Alcubilla. Magistrado del Tribunal Constitucional en España. Lector apasionado. Formó parte en otra vida del comité de competición del fútbol español. Y presidió el Tribunal Administrativo del Deporte. ‘El deporte en la literatura’, recién editado por Espasa, le hace feliz. Un viaje que le acerca a Eduardo Galeano, a Juan Villoro o Jorge Valdano, padrino de su manual casi enciclopédico que aúna y pone de relieve la idea central de su obra: “El deporte sí tiene quien le escriba. Y gente grande. Muy grande. Desde Cervantes a Shakeaspeare; de García Márquez a Vargas Llosa”.
Pregunta: ¿Por qué esta pasión suya por la literatura y el deporte, y en especial el fútbol?
Respuesta: Yo creo que faltaba por demostrar que el deporte sí tiene quien le escriba. Y gente grande, muy grande. O sea, desde Cervantes o Shakespeare hasta Vargas Llosa o García Márquez. Una maravilla de escritores que han hecho alguna puntualización sobre el deporte y que no estaba recopilado, reunido de una manera, digamos, equilibrada, armónica por conceptos, por historia, por narración, por poesía o por antideporte, que también los hay…
P: Todo este proyecto nace en los griegos y los romanos…
R: Sí, bueno, los griegos son los que empiezan las competiciones entre las ciudades en tres partes de Atenas, pues montan los Juegos Olímpicos. Es la competición entre los héroes de cada ciudad, que básicamente hacían dos tipos de deportes: las carreras, en distintos tamaños, y peleas, la lucha. La lucha y la carrera han sido los primeros deportes.
Luego, el mundo prehispano es el que crea el juego de pelota, aunque el uruguayo Eduardo Galeano, en este libro fantástico, “El fútbol a sol y sombra”, dice que, claro, que la pelota ya lo habían creado los chinos, otros dicen que la habían creado los faraones, aunque los chinos hicieron un tipo de pelota y los faraones otra, y luego, en eL mundo prehispano, como había mucho caucho, dice que ya se utilizó la pelota de caucho. Pero, en definitiva, la carrera, la lucha, el boxeo y la pelota son el origen de los juegos.
P: Su libro ‘El deporte en la literatura’ no se puede entender sin la aportación del uruguayo Eduardo Galeano y su obra ‘El fútbol, a sol y sombra’, traducido a más de veinte idiomas…
R. Galeano probablemente es, a mi juicio, el más grande de los que ha escrito del deporte rey, del fútbol, pero tiene, probablemente, un país pequeño como Uruguay, dividido en dos, entre los de Peñarol y los de Nacional. Yo estuve este verano en Montevideo y asistí a un encuentro de la selección uruguaya con Perú y vi, desde el punto de vista del europeo, lo que es vivir la pasión del fútbol en un partido que era relativamente fácil para Uruguay. Entonces, claro, Galeano es un traductor fantástico de aquello, pero yo no puedo dejar de citar a los argentinos como Fontanarrosa o Sacheri, entre otros. Yo creo que ellos son unos grandes también. Son muy descriptivos, muy visuales. Aparte como tienen ese lenguaje tan rico, más esa capacidad de adjetivación...Entre nosotros, un argentino como Valdano dirigió este libro de “Cuentos de Fútbol”, que también es una maravilla, y esta sería mi conclusión, la literatura iberoamericana o hispanoamericana, según prefieren, es la más explosiva.
También, hay en otro deporte como el boxeo un cuento de una persona, un gran intelectual como es Julio Cortázar, sobre un boxeador argentino que se llama Luis Ángel Firpo. Él era un crío cuando escucha en la radio el combate contra un boxeador norteamericano. Entonces están en la comuna, ahí en la casa, muchas personas escuchando la radio y ven como en el primer asalto le va muy bien a Firpo, pero el americano le ‘zurra’. El boxeo dio inspiración a Cortázar. En el cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires, precisamente se encuentra una estatua de Firpo vestido con el calzón de boxeador.
P: Difícil elegir, si le digo que nos diga sus favoritos…
R: Hay un autor guatemalteco menos conocido, se llama Eduardo Halfon, que escribe el libro sobre “El boxeador polaco”, que cuenta la historia de cómo su abuelo, que era judío, se salva en Auschwitz, gracias al boxeador polaco. Laura Restrepo también merece un reconocimiento. Pero quizás de los más grandes, las personas más representativas de la literatura hispanoamericana contemporánea, como Vargas Llosa y García Márquez, que a mi juicio son los dos más grandes, también hacen referencia al deporte.
Por ejemplo, Mario Vargas Llosa, en uno de sus libros, por ejemplo, cuenta que un niño en el colegio no quiere ser jugador de fútbol, lo que quiere es ser árbitro. Entonces, toda su vida la enfoca para ser árbitro, y al árbitro es al que aplauden los espectadores en el terreno del juego. García Márquez, por ejemplo, en “Relato de un náufrago”, cuenta cómo el náufrago tiene que hacer ejercicio. Claro, una vez que ya está estabilizado, tiene que hacer ejercicio para no morirse.
La literatura española contemporánea también, en gran parte, es parte deudora, a mi juicio, de la hispanoamericana, sin duda.
P: Primero periodismo y luego literatura. Miguel Delibes comenzó su trayectoria elaborando crónicas de fútbol del Valladolid, el equipo de su ciudad. La nómina es larga...
R: Hay un libro de un americano, de Richard Ford, que se llama precisamente “El periodismo deportivo”, y él lo que cuenta básicamente es que el deporte ha cambiado la historia de la humanidad. Es decir, que la humanidad sería distinta hoy sin el deporte.
Pensemos en un mundo sin fútbol, o sin rugby en el mundo anglosajón, o sin béisbol en Estados Unidos, o sin el golf en general en los países de lluvia, que es donde más se juega el golf. Sería un mundo impensable. Probablemente un mundo invivible. El deporte es tantas cosas: evasión, pasión, divertimiento, es conversación, es vida de trabajo en equipo…
Yo creo que la literatura ha tardado en reflejar la bondad del deporte por el efecto ‘parón de la intelectualidad’, ya que la intelectualidad tenía un cierto desapego del deporte. El bueno de Javier Marías, que Dios guarde, contaba en su libro extraordinario “Salvajes y sentimentales”, que varios intelectuales de los años 60 y 70 acudían disfrazados al Estadio de Chamartín, al Bernabéu, a un partido entre el Real Madrid y la Real Sociedad porque no querían que les distinguieran, porque decían que esto del fútbol era cosa vulgar, esotérica. Y hoy se puede ser perfectamente intelectual, como era Julián Marías, como era Vázquez Montalbán, y gustarte del fútbol.
P: Jorge Valdano le acaba de presentar el libro en sociedad. ¿Cuánto ha ayudado Valdano a dignificar la profesión del articulista en prensa y comentarista en radio y televisión?
R: Yo digo que Jorge Valdano habla tan bien como escribe. Es curioso porque no es fácil. Tiene verbo y capacidad comunicativa, y una sonrisa permanente; tiene una capacidad de asimilación, y sobre todo, se explica. A mí Valdano me preguntó cuál había sido mi referente en la niñez. Yo recuerdo de la niñez a Pirri, que fue médico después; a Velázquez; a Santillana, esos son los jugadores primeros que recuerdo. La historia de Valdano es una historia preciosa, es un señor que viene muy niño de Argentina, que se va a vivir a Vitoria, que es una ciudad muy fría, que tenía 19 años cuando llega y que está dos o tres años en el Alavés para ir luego a Zaragoza. Yo creo que él pensaba en una progresión más rápida hasta llegar al Madrid; llega al Madrid, y llega finalmente a entrenador del Madrid.
Para mí es quizás el futbolista más ejemplar del mundo contemporáneo en el mundo hispanoamericano, en el mundo de habla hispana. Tenía un particular interés en que él fuera el presentador, porque creo que es el top.
P: A nivel social, ¿qué ha significado el libro en su faceta de magistrado del Tribunal Constitucional? ¿Qué le comentan sus compañeros?
R: Bueno, lo más sorprendente es que el boletín de prensa del Tribunal Constitucional reproduce todas las crónicas, o entrevistas, o referencias que hay sobre el libro, que por tanto se pueden compartir en el tribunal. Yo creo que un tribunal es un árbitro de fútbol, es el que resuelve al final y el silbato es la sentencia. Tenemos que aprender también del árbitro que lleva el silbato. ¿Qué debe ser el árbitro deportivo?Es un señor independiente, imparcial, que resuelve en derecho, es decir, no a favor de uno o de otro prematuramente, y que puede motivar su resolución porque lo escribe en el acta. Entonces nosotros somos los árbitros en el ámbito constitucional.
P: Volvamos a Miguel Delibes, su vida al aire libre, su bicicleta, él era portero e incluso inventó la ‘ley Delibes’ para definir una secuencia de derrotas y/o empates o victorias de un equipo…
R: La anécdota más importante que puedo contar de Delibes es que él se echó una novia, pero no vivía al lado de su casa, sino que estaba a 10 o 15 kilómetros. Para él la bicicleta fue básicamente un medio de transporte, porque no tenía otro medio: o los pies o la bicicleta. Lo que pasa es que la bicicleta se convierte ya en un acompañante de su vida, que le hace pasar el rato, divertirse. O sea, de instrumento se convierte en una prolongación de él y escribe cosas maravillosas. Yo le recuerdo, de niño, yo iba mucho a Valladolid, y él era entonces director del Norte de Castilla. Desde luego, en aquel momento, era un periodicazo, era un pedazo de periódico. Y la verdad es que todos los artículos de opinión, rezumaban criterio. Yo he sido un lector apasionado de la obra de Delibes, tanto desde las novelas en las que habla de caza, o las que habla de su mujer, de su mujer fallecida.
Es el escritor más contemporáneo, más intimista. Y disfrutaba también del fútbol. Era muy futbolero. Es otra demostración de que la intelectualidad puede perfectamente vivirse en un campo de fútbol.
P: México, el fútbol, Juan Villoro…
R: Bueno, y con el gran triunfo de los Juegos Olímpicos de México, de 1968. Fue cuando se inauguró el ‘Fosbury Flop’; de Dick Fosbury cuando saltaba de lado en el salto de altura. Aquello permitió un oro extraordinario.
No solamente hay referencias en los grandes de la literatura mexicana, como Octavio Paz, sino sobre todo Villoro, que es el que nos ha enseñado, y que nos ha dado una lección, que el mundo es redondo. Pero el mundo es redondo de verdad, no solamente el mundo del globo-terráqueo, sino que todo gira en torno a un balón. Sea un balón pequeñito, una bolita pequeña para el golf, sea un poquito más grande para el voleibol, o para el waterpolo o para el baloncesto. La idea es que efectivamente, el universo del fútbol tiene una capacidad dominadora y también, claro, esa capacidad dominadora del fútbol hace que la literatura se proyecte sobre el fútbol como en Villoro. Pero también hay otros deportes como el boxeo, que es un deporte muy literario. También en México les apasiona el boxeo.
P. Se le nota que ha disfrutado mucho…
R. He disfrutado muchísimo. Pero no sé si seguiría haciendo más, me gustaría poder seguir ampliándolo, lo que pasa es que igual se puede convertir en una enciclopedia (bromea).
Yo espero que cada uno encuentre algo de lo que tirar, de lo que aprender o disfrutar.