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Casi tres años después de su primer duelo, Petr Yan cerró por fin la herida abierta que dejó Merab Dvalishvili. Lo hizo con una actuación soberbia, madura y sin fisuras en el combate estelar de UFC 323, donde recuperó el cinturón del peso gallo y puso fin a la racha del campeón más activo de los últimos tiempos. Yan firmó una clase magistral de striking, gestión del ritmo y defensa de derribo para convertirse en campeón por segunda vez.
Desde el primer intercambio quedó claro que la noche iba a ser distinta a la de su enfrentamiento anterior. Yan salió firme, incisivo con el jab y certero al cuerpo, castigando de forma sistemática la zona media del georgiano. Su agresividad controlada contrastaba con la presión constante de Dvalishvili, que intentó imponer su volumen habitual, pero se topó con un rival mucho más preparado para el choque de estilos. A mitad del primer asalto, un derechazo limpio de Yan sacudió a Dvalishvili y lo obligó a buscar su primer derribo, pero el ruso respondió con una defensa impecable.
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El segundo asalto mantuvo la misma narrativa: Dvalishvili cerraba la distancia, insistía en el clinch y buscaba el suelo, pero Yan resistía, salía de la reja y castigaba cada error con un jab seco y un overhand que repetidamente frenaba al campeón. Incluso se permitió invertir los papeles y derribar a Dvalishvili, aunque el georgiano reaccionó rápido para recuperar la vertical. La pelea ya era, no obstante, un mensaje claro: esta vez, Yan no pensaba retroceder.
El rostro de Dvalishvili empezó a cambiar a partir del tercer asalto. Una nariz dañada, cortes y un ritmo respiratorio acelerado mostraban los efectos del castigo acumulado. Aun así, conectó una derecha poderosa, pero cada avance terminaba con otro golpe al cuerpo que lo detenía en seco. En una de las acciones más impactantes del duelo, Yan levantó y giró al campeón, haciéndolo caer de cabeza contra la lona, aunque Dvalishvili volvió a ponerse en pie con su habitual tenacidad.
El cuarto asalto sumó más drama. Dvalishvili atrapó el cuello de Yan en una guillotina ajustada, pero el aspirante escapó con calma, volviendo inmediatamente al ataque con manos precisas que hicieron tambalear al campeón. Yan mezcló defensa y ofensiva con una inteligencia táctica que no había mostrado en su primer combate: castigaba sin exponerse, cortaba la jaula sin precipitarse y desarmaba los intentos de ritmo alto del georgiano.
Ya en el quinto asalto, con cinco minutos para buscar la historia, Dvalishvili avanzó con valentía, pero Yan mantuvo el control absoluto. Más jabs, más combinaciones al cuerpo y una lectura impecable de cada entrada del campeón. Un nuevo golpe al torso obligó a Dvalishvili a gruñir de dolor, reflejando el desgaste acumulado tras 25 minutos de batalla. Cuando sonó la bocina final, no había dudas: Yan había dominado la pelea de principio a fin.
Los jueces confirmaron el veredicto con tarjetas de 49-46, 49-46 y 48-47. Sobre el octágono, Yan expresó su emoción: “Estoy muy feliz de estar aquí con el cinturón. Gracias a todos los fans. Trabajé muy duro. Esta es mi vida. Quiero reconocer a ese equipo. Son increíblemente duros y fuertes. Gracias, Dana. UFC cambió mi vida”.
Dvalishvili, que buscaba una gesta inédita con su cuarta defensa en un mismo año, asumió la derrota con deportividad. “Intenté dar una pelea entretenida y hoy perdí. Él fue mejor. Felicidades, pero quiero una revancha de esta derrota”, declaró. También añadió: “Siempre es difícil para mí bajar a 135… fue duro, pero no pongo excusas. Intento dar buenas peleas. Soy un buen trabajador para la compañía y él fue mejor hoy”.
El triunfo convierte a Yan en el primer luchador en derrotar a Dvalishvili desde 2018 y abre la puerta a una trilogía que parece inevitable para 2026, especialmente teniendo en cuenta que el georgiano ha despejado de amenazas a casi toda la división.
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