Lewis Hamilton sigue sin despertar de su pesadilla roja. Da igual cuántas carreras pasen: el británico continúa atrapado en una espiral de frustración con Ferrari. En un circuito que siempre ha significado algo especial para él, Interlagos volvió a darle la espalda. Tras caer eliminado en Q2, el siete veces campeón saldrá 13º en el Gran Premio de Brasil 2025.
La historia se repite. Como ya ocurriera el viernes en la clasificación de la sprint —donde terminó 11º—, Hamilton volvió a quedarse lejos del ritmo de Charles Leclerc, que sí logró salvar los muebles con un sólido tercer puesto. Y lo peor no fue el resultado, sino la sensación de impotencia.
"El setup está bien, simplemente no he conseguido que los neumáticos funcionen", reconoció con gesto serio tras la sesión. "¿Dónde se ha ido el tiempo? En las temperaturas de los neumáticos", añadió, casi resignado.
Ferrari ejecutó correctamente la tanda, los tiempos de salida y las vueltas lanzadas fueron los previstos, pero el británico no pudo sacar temperatura a los traseros. Y sin eso, el SF-25 es una bestia indomable. "Todo se hace en el garaje. No creo que haya sido un problema de ejecución. Es solo que los neumáticos traseros estaban en un punto en el que no podía llevarlos a la temperatura correcta", explicó.
El resultado, sin embargo, vuelve a dejarle fuera del grupo de cabeza. Leclerc, de nuevo en el top 3. Mercedes, con Andrea Kimi Antonelli segundo y George Russell sexto. Y Hamilton, peleando desde la decimotercera posición en un circuito donde, según él mismo admite, adelantar es poco menos que misión imposible.
"No hemos aprendido nada útil en la sprint, solo que no se puede adelantar", admitió con una media sonrisa.
El contraste con su compañero empieza a pesar. Mientras el monegasco maximiza cada oportunidad, el británico encadena otro fin de semana cuesta arriba. Y la frustración ya es tan evidente como inevitable.
"Mentalmente, no estoy bien. No ha sido un buen día, ni ayer ni hoy. Haré lo que pueda mañana", confesó.
Interlagos siempre fue su talismán. Aquí selló su primer título mundial en 2008 y, desde entonces, ha vivido algunos de sus momentos más memorables. Pero este año, la magia se ha evaporado. Ferrari no le ofrece confianza, y él tampoco consigue encontrarla dentro del coche.
"Sigo intentándolo todo el año, pero cada fin de semana va mal. Aun así, me levantaré mañana y lo volveré a intentar", aseguró, dejando claro que la motivación no le falta, aunque el tono de su voz diga lo contrario.
Sobre sus expectativas para la carrera, Hamilton fue brutalmente sincero: "No espero nada, para ser honesto. Ya es otro fin de semana para tirar a la basura".
Durísimo. Pero también realista. Ferrari se juega el segundo puesto en el Mundial de Constructores frente a Mercedes, y con Leclerc tercero y los dos coches alemanes en el top 6, la responsabilidad de Hamilton es intentar minimizar daños. No será fácil, pero si algo ha demostrado el británico a lo largo de su carrera es que incluso cuando el coche no acompaña, él nunca se rinde.
Este domingo, desde la decimotercera posición, necesitará una salida perfecta, una estrategia brillante y, quizás, un poco del caos que siempre regala Interlagos. Porque si no es así, 2025 seguirá siendo —como él mismo dice— otro año para olvidar.