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Anthony Joshua cerró el año con victoria, pero no con satisfacción. El británico detuvo a Jake Paul en el sexto asalto en el Kaseya Center de Miami, en un combate que terminó con una derecha demoledora que fracturó la mandíbula del estadounidense. El resultado fue claro. Las sensaciones, no tanto.
Joshua esperaba más de sí mismo. También su equipo. El excampeón del mundo reconoció que, pese al triunfo, su actuación estuvo lejos de lo que considera aceptable para su nivel. No lo escondió. No buscó excusas. Y dejó claro que no piensa instalarse en la comodidad de un KO mediático.
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Esther Lin/Most Valuable Promotions
El combate tuvo un desenlace contundente, pero un desarrollo irregular. Paul sobrevivió más de cinco asaltos, se movió constantemente y obligó a Joshua a trabajar más de lo previsto. El británico no logró cortar el ring con la eficacia deseada, algo que él mismo reconoció tras el combate. “Necesitaba hacerlo mejor. Es una victoria, pero no es un éxito”, explicó Joshua después del combate. “Mi entrenador espera más de mí y yo también. No puedo vivir de esta victoria. Tengo mucho que mejorar”. Un mensaje claro, directo y poco habitual tras un nocaut de ese calibre.
Joshua, con un récord de 29 victorias y 26 nocauts, asumió que el planteamiento de Paul, con un ring más grande de lo habitual y una estrategia basada en la movilidad, condicionó el desarrollo. Aun así, evitó cargar contra su rival y puso el foco en su propio rendimiento. “Jake decidió moverse y yo decidí presionar”, explicó. “Podría haber hecho muchas cosas mejor, al cien por cien. En este deporte las expectativas son enormes. Yo intenté dar lo mejor de mí”. Un análisis frío, lejos del ruido que rodeó el evento.
Joshua también destacó el componente mental del combate. Aseguró que la pelea se resolvió tanto en lo físico como en lo psicológico. Algo que, según él, había anticipado durante la promoción del evento. El desgaste, dijo, no fue solo corporal. “Pelear no es solo físico, es psicológico”, afirmó. “Sabía que llegaría un momento en el que tendría que rendirse o caer noqueado. Si no tienes ese instinto, nunca serás un gran luchador”. Aun así, reconoció el mérito de Paul por subir al ring y resistir.
Joshua incluso dejó la puerta abierta a un futuro regreso de Paul al boxeo profesional. Valoró su resistencia, su capacidad para levantarse tras las caídas y su disposición a enfrentarse a un peso pesado de primer nivel. Un reconocimiento poco habitual en este tipo de combates. Pero el foco cambió rápido. El nombre que dominó la conversación fue otro. Tyson Fury. Joshua no tardó en señalarlo. Lo hizo con ironía, pero también con un mensaje claro. Quiere el combate. Y lo quiere ya.
“Le doy ocho semanas”, bromeó Joshua. “24 horas para firmar un contrato. Vamos a ver si es un hombre”. Un mensaje directo al ex campeón, al que retó sin rodeos. Sin intermediarios. Sin combates de transición.
Eddie Hearn, su promotor, respaldó esa postura. Aseguró que no hacen falta peleas previas ni esperas innecesarias. Si ambos están listos, el combate puede cerrarse de inmediato. Sin febrero ni marzo como excusa. Joshua dejó Miami con una victoria, pero también con una hoja de ruta clara. No quiere celebraciones largas. No quiere ruido en redes sociales. Quiere corregir errores. Y quiere a Fury. El mensaje está lanzado. Ahora la pelota está en el otro lado.
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