"Está mejor que al 50-50": Eddie Hearn arroja luz sobre las negociaciones entre Vergil Ortiz y Jaron Ennis

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Las negociaciones avanzan, pero nadie da el paso definitivo. El combate entre Vergil Ortiz Jr. y Jaron Ennis sigue en punto muerto, con conversaciones abiertas y llamadas constantes, pero sin un acuerdo cerrado. 

Desde el entorno de Eddie Hearn, según informa Boxing News 24, insisten en que el interés es real. El promotor ha mantenido contactos de forma recurrente, mientras Golden Boy continúa hablando sin concretar. En paralelo, Ortiz se mantiene públicamente al margen, como si el asunto no fuese con él. En este punto, esa actitud ya no se interpreta como falta de información, sino como cautela.

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"Está mejor que al 50-50": Eddie Hearn arroja luz sobre las negociaciones entre Vergil Ortiz y Jaron Ennis

Golden Boy Promotions / Cris Esqueda

La situación ha generado una sensación de espera mutua. Nadie rompe la inercia. Todos parecen preparados, pero nadie lanza el primer golpe. En la industria, cuando ocurre eso, suele ser porque una de las partes no está plenamente convencida del riesgo que implica seguir adelante.

Golden Boy ha evitado fijar una hoja de ruta clara. El nombre de otros rivales aparece y desaparece en el discurso, sin materializarse. El de Errol Spence Jr. es el más recurrente. Una posibilidad atractiva sobre el papel, pero lejana en el corto plazo. Para muchos, es una maniobra conocida: mantener viva una opción hipotética para ganar tiempo y reducir la presión del cruce real.

El contexto deportivo explica parte de la prudencia. Vergil Ortiz Jr. viene de un periodo complejo. Los problemas de salud marcaron su carrera y obligaron a reconstruir sensaciones. Su regreso fue contundente, con una victoria clara ante Erickson Lubin, pero el salto que supone Ennis es distinto. No es solo una cuestión de potencia o ritmo. Es un desafío de lectura, de ángulos y de constancia bajo presión.

Lubin ofreció resistencia hasta que el combate se volvió físico. Ennis no plantea ese escenario. Jaron Ennis destaca por su movilidad, por su capacidad para cambiar alturas, por castigar al cuerpo y salir sin quedarse en la corta distancia. No espera errores. Los provoca. Para un boxeador que todavía busca continuidad tras una pausa larga, el emparejamiento exige un nivel de seguridad total.

Desde el lado de Hearn, el mensaje es prudente pero claro. El promotor ha reconocido que las opciones siguen abiertas, pero también ha deslizado que el equilibrio es frágil. “Está mejor que al 50-50”, ha venido a señalar, una forma de admitir que el combate sigue vivo, pero sin garantías. En el lenguaje de las negociaciones, eso equivale a decir que cualquier giro puede hacerlo caer.

Es un cruce que encaja en la lógica deportiva de la división y que ofrece un valor inmediato. Esperar demasiado puede ser contraproducente. Ortiz necesita consolidar el impulso tras su regreso. Alargar la decisión diluye esa inercia. Ennis, en cambio, no tiene urgencia. Seguirá activo, sumando rivales y creciendo como figura, con o sin títulos de por medio.

Si el combate no se concreta, el mensaje será claro dentro del vestuario del peso wélter. No hablará de contratos ni de fechas. Hablará de protección. Ortiz correría el riesgo de pasar de amenaza latente a incógnita recurrente, un nombre asociado a lo que pudo ser.

Ennis, mientras tanto, seguirá avanzando. Con cinturón o sin él. Con este combate o con otro. En una división donde el tiempo pesa tanto como los golpes, parpadear puede ser la diferencia entre marcar una era o quedarse a medio camino.

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