La unificación entre Devin Haney y Lewis Crocker, condicionada al apoyo saudí: "¿Quién va a pagarla?"

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Eddie Hearn verbalizó esta semana lo que hasta ahora solo se comentaba en voz baja. El combate entre Devin Haney y Lewis Crocker no saldrá adelante sin respaldo económico saudí. Sin esa vía, la unificación wélter entre los cinturones WBO e IBF no tiene recorrido real.

Haney ha elevado su caché hasta un punto complejo. Tras dos grandes bolsas frente a Ryan Garcia y José Ramírez, el estadounidense se ha acostumbrado a encabezar carteleras con cifras de primer nivel. Sin ese contexto, aceptar peleas convencionales ya no encaja en su escenario económico.

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La unificación entre Devin Haney y Lewis Crocker, condicionada al apoyo saudí: "¿Quién va a pagarla?"

Matchroom Boxing/Mark Robinson

El cinturón IBF que posee Crocker le ofrecería valor estratégico. Podría servir como palanca para una revancha con Garcia o para un evento doméstico frente a Conor Benn. Pero no lo suficiente como para justificar una rebaja salarial en una pelea sin gran proyección comercial.

Crocker llega en un buen momento deportivo. Encadena victorias sólidas ante Tyrone McKenna y José Félix Jr., además de una sorpresa titular frente a Luis Castillo. Es un boxeador de presión constante, directo y sin excesos tácticos.

Su estilo no busca el control del ritmo. Avanza, reduce espacios y obliga a errores. No tiene una gran base en Estados Unidos, y eso pesa en los números. Hearn reconoce que, sin apoyo externo, las cuentas no salen para un evento de gran inversión.

“Salvo que Turki se gire y haga esa pelea, ¿quién va a pagarla?”, explicó el promotor a Belfast Online. La reflexión es clara. Sin financiación saudí, no hay plataforma dispuesta a asumir un combate que no trasciende al gran público.

El riesgo deportivo también influye. Haney no tiene un problema de talento. Lo que genera dudas es su relación con el riesgo. Su boxeo conservador le ha permitido completar doce asaltos sin sobresaltos, pero su volumen ofensivo ha caído y la percepción pública lo refleja.

Crocker no necesita ganar el ajedrez del ring. Su constancia puede incomodar. Mantiene el ritmo, no retrocede y no concede respiro. Frente a Haney, ese planteamiento podría exponer la falta de urgencia cuando el combate se vuelve incómodo.

Si la unificación no se cierra, los caminos se estrechan. Haney puede quedarse inactivo o verse empujado hacia opciones que no desea, como un combate obligatorio o un duelo con Benn en Reino Unido, con un contexto político y regulatorio delicado.

Crocker, por su parte, regresará a Belfast para defender su cinturón. Esperará una llamada que puede no llegar. En este escenario, el cinturón de Haney deja de ser una herramienta de presión y pasa a ser una protección.

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