La Fórmula 1 avanza hacia 2026 con la misma mezcla de expectación y recelo que suele acompañar a los grandes cambios. Y esta vez no solo se habla de aerodinámica activa, chasis más ligeros o del reparto 50/50 entre potencia eléctrica y térmica. También se habla —y mucho— de algo tan emocional como el sonido. Porque en la F1, el ruido nunca ha sido un detalle menor.
A un mes vista de que los nuevos monoplazas se pongan por primera vez en pista, en los test privados de finales de enero en Barcelona, las dudas siguen siendo tantas como los cambios. Especialmente en lo que respecta a los motores: una unidad V6 turbo de 1,6 litros profundamente distinta a la actual, sin MGU-H, con combustible 100% sostenible y con una importancia inédita de la parte eléctrica. Una receta que, inevitablemente, cambia la música.
Sobre ese sonido del futuro ha hablado Max Verstappen en el podcast Talking Bull, el espacio oficial de Red Bull. Y lo ha hecho desde una posición privilegiada. Porque aunque nadie ha escuchado todavía un motor de 2026 rodar en pista, algunos pilotos —y Verstappen es uno de ellos— ya han tenido acceso a las primeras pruebas en banco, o según lo escuchado en los simuladores.
"Sí, sonaba bien. Evidentemente lo escuchas en un dinamómetro, pero sonaba nítido, limpio. No sé si realmente han trabajado el sonido como tal, pero hacía un buen ruido", explicó el tricampeón del mundo.
La palabra clave es esa: 'crisp'. Nítido. Puro. Un adjetivo que no es casual en un contexto en el que la era híbrida —y especialmente la actual generación de coches de efecto suelo— ha sido duramente criticada por parte de los aficionados más puristas. Para muchos, el sonido ha sido una de las grandes víctimas del reglamento técnico de los últimos años.
No sería la primera vez que la F1 cambia de registro. Antes estuvieron los V10 que aún resuenan en la memoria colectiva, los V8 atmosféricos de finales de los 2000 y el salto híbrido de 2014, que ya entonces levantó ampollas. El deporte ha aprendido a convivir con esos cambios, aunque no siempre sin polémica.
En las últimas semanas, además, algunos equipos han dejado caer pequeñas pistas. Aston Martin publicó un vídeo en redes sociales encendiendo por primera vez el Honda que utilizará en 2026. Mercedes hizo lo propio con su futura unidad de potencia. Fragmentos breves, controlados, pero suficientes para alimentar el debate y confirmar que el sonido será, como mínimo, diferente.
El nuevo reglamento también traerá una parrilla de motores más variada: Mercedes, Ferrari, Honda, Audi y Red Bull Powertrains con Ford. Alpine, por su parte, dirá adiós a Renault para convertirse en cliente de Mercedes. Cinco filosofías distintas para una normativa común, lo que añade otro punto de interés a cómo “sonará" la Fórmula 1 del futuro.
Todo ello en un contexto especialmente sensible para Verstappen. El neerlandés ha sido claro en los últimos meses: si el reglamento de 2026 no le convence, su continuidad en la F1 no está garantizada más allá de su contrato con Red Bull, que expira en 2028. Su pasión por otras disciplinas, especialmente las carreras de resistencia, es bien conocida.
Mientras tanto, el debate técnico tampoco se detiene. En el paddock se habla de zonas grises, de interpretaciones al límite y de motores que podrían haber encontrado ventajas antes que otros. Mercedes y Red Bull-Ford están en el centro de esas conversaciones, con la FIA validando soluciones que han levantado suspicacias entre algunos rivales.
Pero al menos en lo que respecta al sonido, Verstappen parece tranquilo. Quizá no vuelva el rugido de los V10. Quizá tampoco haga falta. La Fórmula 1 de 2026 todavía no ha hablado en pista, pero empieza, poco a poco, a dejarse oír.