La filosofía de la compañía boloñesa no solo le ha permitido encadenar los últimos cuatro títulos de MotoGP, sino también asegurarse de que los mejores pilotos de la parrilla lleven a cabo grandes sacrificios para conseguir subirse a una de las seis Desmosedici que actualmente hay disponibles.
De todos ellos, el más revelador fue el de Marc Márquez, que renunció a su último año de contrato con Honda, y a los más de 20 millones de euros que dependían de ello, para ir a correr con Gresini en 2024, algo que tuvo que hacer gratis, con tal de poder disponer del prototipo que tanto anhelaba. El pulso que mantuvo con Jorge Martín para promocionar al equipo oficial, ya con vistas a este 2025, significó la sublimación del plan que el catalán había orquestado en su cabeza.
La firma con Ducati que se anunció justo después del Gran Premio de Italia del año pasado, fue coser y cantar para la casa de las motos rojas, dado que el piloto de Cervera (Lleida) llegaba a la escudería de referencia, en la que iba a compartir taller con Pecco Bagnaia, sobre el papel, el líder del proyecto.
A pesar de que las cifras de su contrato se desconocen, Motorsport.com interpreta que su primer salario base como corredor oficial de Ducati rondó los tres millones de euros, una cifra muy por debajo de lo que se podría llegar a pensar, y que se compensó con unos bonus por resultados muy generosos, reportándole los 11 triunfos que acumuló antes de lesionarse en Indonesia, más de dos millones de euros en complementos por resultados. A ello, además, hay que añadirle el extra acordado por coronarse campeón, de unos dos millones más. Una morterada de dinero acorde con la superioridad manifiesta que demostró en pista, y que le subraya como la referencia indiscutible del fabricante de Borgo Panigale, y del campeonato.
Con Bagnaia tumbado en el diván, atormentado por dudas existenciales, Ducati baila ahora al ritmo de Márquez, cuyo caché vuelve a estar al nivel de cuando arrasaba enfundado en el mono de Honda. Y eso le otorga una posición de fuerza en la negociación de su renovación con Ducati, que hasta ahora no tenía.
Motorsport.com entiende que las primeras conversaciones entre las dos se produjeron antes de comenzar la gira asiática; o sea, antes de la celebración del título (Japón). Lo lógico es pensar que después hubo otra sentada, presumiblemente en Valencia, en la que las posturas siguieron trabajando con la finalidad de terminar entendiéndose. Habrá que ver, en cualquier caso, la influencia que habrá podido tener en todo ese proceso el infortunio en su maltrecho brazo derecho que le llevó a perderse las últimas cuatro paradas del calendario.
Si Márquez tiene claro su deseo de seguir vinculado a Ducati, al menos hasta 2028, esa voluntad es bidireccional. Para el constructor italiano, retener a su nuevo buque insignia es su principal prioridad. Eso deja en segundo plano la elección de su vecino de taller, más aún cuando Bagnaia no hace más que proyectar dudas a todos los niveles.
Lo que ocurre es que Ducati no tiene el músculo económico del que sí disponen Honda o Yamaha, y menos aún en un momento en el que las exportaciones de sus motos a dos mercados tan claves como Estados Unidos y China no pasan por su mejor momento. Especialmente dañinas han sido las recientes políticas arancelarias impuestas por Donald Trump. A ello se une que las ventas de Audi, propietario de Ducati, descendieron un 11,8% en 2024, respecto de las cifras de 2023. Esta circunstancia llevó al grupo de los cuatro aros a imponer una política de contención de gastos ya de cara a este año, que permanecerá activa en 2026, que es cuando se deben firmar los contratos para el siguiente tramo (2027-2028).
Con todo ello en mente, el escenario en los despachos de Borgo Panigale es muy distinto del que había hace un año y medio, cuando Márquez aceptó las condiciones que le plantearon, sin objetar prácticamente nada. Si su apuesta salía bien y volvía a ganar, el momento de apretar se presentaría por sí solo, y ya ha llegado. "Cada pieza tiene que estar en su sitio, y es justo que así sea. Nos sentaremos para gestionar la situación de la mejor manera posible", declaraba, hace unas semanas, Gigi Dall’Igna, Director General de Ducati, a Motorsport.com.
A nadie se le pasa por la cabeza que el flamante campeón del mundo no vaya a renovar, aunque lo que seguramente sí sucederá es que su continuidad condicione de forma directa al que vaya a ser su pareja. Bagnaia ya ha dejado claras cuáles son sus objetivos: "Mi intención, si puedo, es la de renovar y retirarme en Ducati", ha repetido el turinés, en las últimas carreras de esta, su peor temporada en MotoGP.
No obstante, para que ello ocurra es imprescindible que se encadenen dos factores que a estas alturas de la película son interrogantes. El primero, que reaccione y que sus resultados mejoren considerablemente. El segundo, que esté dispuesto a rebajar sus pretensiones económicas. De no hacerlo, la cola para subirse a su moto llega al final del paddock.