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Isabel Rivero, la científica vallisoletana que persigue el sueño mundialista en su propia casa

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Isabel Rivero vuelve este año a una cita que parecía reservada solo para unas pocas elegidas. La boxeadora vallisoletana, de 38 años, disputa en la Cúpula del Milenio de Valladolid su segunda oportunidad mundialista de 2025.

Se trata de un logro impensable cuando comenzó a boxear con 28 años para liberar el estrés de su trabajo en un laboratorio farmacéutico. Este viernes, frente a Silvia Torres, busca el cinturón WBA del peso átoma y un lugar en la historia.

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Isabel Rivero, la científica vallisoletana que persigue el sueño mundialista en su propia casa

Isabel RiveroFace off Boxing Club

Su trayectoria desafía cualquier cronograma convencional. Rivero se inició tarde, sin expectativas, obligándose a practicar deporte tras largas jornadas en I+D. Lo que empezó como una vía de escape se convirtió en una carrera fulgurante. Antes incluso de debutar como amateur, una fractura en un nudillo la dejó un año fuera y la llevó al quirófano. Los médicos recomendaron que abandonara el boxeo. Ella hizo justo lo contrario.

Regresó, compitió lesionada en los Campeonatos de España (fue bronce) y entendió que aquello iba en serio. En 2022 debutó como profesional y no tardó en proclamarse dos veces campeona de Europa del peso mínimo. El ritmo de ascenso fue tan rápido como inesperado.

Este mismo año ya estuvo a un paso del título mundial en Alemania ante Sarah Bormann, a quien complicó durante largos tramos en una pelea que se decidió por mínimos. Aquel combate se convirtió en un punto de inflexión: demostró que pertenecía a la élite. Con la alemana mantiene hoy una relación de respeto mutuo e incluso han compartido sesiones de preparación en sus respectivos caminos hacia nuevas citas importantes.

Ahora todo ocurre en un escenario distinto: en casa. Valladolid se prepara para una noche grande en la que Rivero puede convertirse en la tercera campeona mundial española con cinturón absoluto, tras María Jesús Rosa y Joana Pastrana. Miriam Gutiérrez y Jennifer Miranda también lograron títulos mundiales, aunque en versión interina.

Mientras tanto, Rivero sigue compatibilizando el boxeo con su labor científica. Trabaja en síntesis de principios activos y, para preparar esta pelea, ha tenido que acogerse a una licencia temporal en su empresa. Las dobles jornadas eran imposibles y necesitaba tiempo para entrenar con la concentración que exige un campeonato del mundo. Ese equilibrio entre laboratorio y ring define buena parte de su identidad: precisión en el trabajo, disciplina y capacidad de adaptación.

Torres, su rival, llega con experiencia, ritmo alto y un estilo agresivo que exigirá ajustes constantes. Rivero, sin embargo, afronta el reto con la serenidad de quien ha superado lesiones, cirugías, noches lejos de casa y expectativas inversas. Su historia no empezó con títulos ni promesas, sino con una necesidad de desconectar del trabajo y un golpe de suerte que se convirtió en destino.

Este viernes, con Valladolid entregada y una carrera que nadie imaginó, Isabel Rivero está a un solo combate de culminar un viaje que comenzó como un hobby… y que, como ella misma reconoce, “se le fue de las manos”.

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